La transformación de la empresa en un entorno digital, para algunos aun no está claro. Veamos 10 razones por las qué acometer dicha transformación digital.
Primero: el mundo ha cambiado.
Si no nos hemos dado cuenta, el mundo ha cambiado. O esa es la impresión que tenemos.

El mundo ha cambiado
Muchos pensadores (sociólogos y antropólogos) realmente dicen que no hemos cambiado tanto en nuestras costumbres, acciones e interacciones, sino lo que ha cambiado en nuestra vida colectiva es la velocidad del cambio.
Si recuerdas, en los años 90 no había correo electrónico, ni teléfonos móviles, por tanto, las comunicaciones se hacían por carta (tardando varios días), y los profesionales llamaban desde el hotel a sus familias y por la mañana a la oficina para recoger los asuntos importantes. Había puestos como secretarias o telefonistas y mecanógrafos, para hacer todo lo que hacemos ahora desde nuestro teléfono móvil.
Hoy día recibimos cerca de 100 emails al día (yo al menos), y cientos de WhatsApp y decenas de llamadas telefónicas. Trabajamos prácticamente a tiempo real.
Esta inmediatez ha hecho que las organizaciones evoluciones cada vez más rápido, y sus procesos de negocio: producción, gestión, dirección… sean cada vez más inmediatas. Pero si lo pensamos realmente no han cambiado mucho los procedimientos ni las organizaciones. Esto inevitablemente genera tensiones en las organizaciones, y lo que es peor: las organizaciones en general no están preparadas para crecer.
Si lo pensamos realmente, no han cambiado ni los procedimientos ni las organizaciones ante el impacto en nuestras vidas de la tecnología. Ahí es donde está el “porqué” de la Transformación Digital.
De aquí que nos encontremos ante el choque entre organizaciones “pure digital” y “Brick and mortar”, o lo que es lo mismo, las nuevas organizaciones nacidas para y por el mundo digital, y las tradicionales (basadas en ladrillo y cemento).
Pero si hasta ahora no nos ha ido mal, ¿por qué cambiar?
Muy sencillo. Si todo esto fuera de lo que quieren los empresarios o sobre el nivel de estrés que debe soportar nuestro personal, efectivamente ¿para qué cambiar? Pero nos hemos olvidado de lo más importante: el cliente.
Quien realmente ha cambiado has sido el cliente, el consumidor, el cliente de nuestro cliente si trabajamos en B2B (incluso nuestros interlocutores en el mundo B2B).
¿Hacia donde debo dirigir la Transformación Digital de mi empresa? Foco en el cliente.
En primer lugar, tenemos que sincronizarnos con nuestro cliente o consumidor.
El consumidor tiene cada vez más información, más poder de decisión, capacidad de generar opinión, tiene a su disposición canales de información que hasta hace poco solo disponían las marcas.
Pero no solo eso, el consumidor quiere interactuar, quiere compartir, quiere conversar; y cuando decimos conversar es eso, no escuchar, no recibir comunicados fríos, no tragarse anuncios que no cree.
El consumidor quiere que las marcas a la cuales les da su confianza, le traten como a una persona. No quiere pasarse una hora al teléfono, cuando puede recibir un email.
El nuevo consumidor, cada vez más, no quiere comprarse un coche, quiere poder coger uno cuando lo necesite. No quiere almacenar discos y discos que solo oirá unos pocos meses… quien tener a su disposición toda la música del mundo. El nuevo consumidor prefiere no hacer cola en el banco, y compra una lavadora por internet.
Pero también el nuevo consumidor en su trabajo, se estudia los catálogos de productos de decenas de proveedores nacionales o internacionales. Ya no necesitan a los comerciales para hacer los pedidos, ni para conocer las novedades del sector.
Segundo: La transformación digital es organización y son personas; nuestros empleados
En segundo lugar, recuerda nuestros empleados están cambiando.
Las nuevas generaciones de empleados ya no se motivan con las mismas palancas, ni interactuar de la misma forma con los compañeros, ni perciben la autoridad de la misma forma.
A nuestros nuevos empleados les gusta trabajar de forma colaborativa, aprender, y enfrentarse a retos (en vez de hacerse fuertes en su agujero, saber lo justo para que les mande hacer más trabajo, y donde antes la ilusión era ser funcionario y trabajar lo menos posible, posiblemente por que en el fondo al ser la mayor parte de trabajos rutinarios no motivaman a nadie.) No quieren ser jefes de nadie, ni tener jefes de “ordeno y mando”. Quieren trabajar en un proyecto común, quieren disfrutar de su trabajo, y no lo logran, y a se buscarán otro…
Por tanto, tenemos problemas si pretendemos retener a clientes y a empleados. Principalmente porque en este cambio, ya no solo tecnológico sino cultura, ya no se retire a nadie; sino que se les fideliza, se la enamora, se entabla confianza. Se acabó el contrato de permanencia, y la zanahoria de que si trabajas muchas horas llegarás muy alto.
¿hasta qué punto debemos preocuparnos?

Transformación de empresa, el gran reto.
Evidentemente estamos en un proceso, y aunque como hemos visto este proceso lleva varios años gestándose, es desde los últimos 15 años que ha cogido velocidad. Pero cada sector de negocio está lleno a un ritmo diferente.
En el siglo XXI, el dato es el petroleo de esta nueva era.
Nuevas reglas de juego
Pero lo que sí es común es que esta nueva economía nos ha traído nuevas reglas de juego:
- Se han destruido las barreras de entrada en muchos negocios.
- Se puede vender casi de todo mediante internet.
- El éxito viene, no por sé el más grande, sino el más rápido. La copia es casi instantánea, por lo que debemos estar siempre mirando a nuestro cliente e innovando continuamente, día a día, semana a semana sacando novedades.
- Tenemos clientes las 24 horas del día y los 7 días de la semana, esto no para… ni para generar negocio, ni para todos sus retos.
- Los clientes exigen a nivel de marca otros nuevos atributos, más humanos: integridad y excelencia. Pero también, transparencia, sostenibilidad y responsabilidad social.
- Si no aportas valor, estás fuera de la ecuación. La desintermediación está llegando a todos los negocios, y evidentemente es un riesgo. Pero el verdadero riesgo es no entender dónde está el valor de nuestro trabajo o negocio. Si no nuestro trabajo actual ya no aporta valor (por ejemplo, un intermediario o distribuidor) deberemos buscarlo, en vez de luchar contra lo inevitable.
- Todo lo anterior nos lleva a que, el dato es el petróleo de nuestra era. Por tanto, el análisis de los datos, son las nuevas refinerías. De ahí que debamos trabajo en analítica y bigdata para saber qué valor debemos aportar a nuestros clientes.
- Por último, dada la velocidad de este cambio, queda claro que “hay riesgos que no nos podemos permitir no correr”, sino nos quedamos fuera.